jueves, 23 de abril de 2015

¿Qué es una norma?

Según el diccionario es un principio que se impone o se adopta para dirigir la conducta, la correcta realización de una acción o el correcto desarrollo de una actividad.

En la crianza, las normas se refieren a la necesidad de tener un marco de actuación, que estructura, da forma y seguridad a la vida del niño, así como a la de los padres. Además, facilita la convivencia en el entorno familiar, y facilitará la adaptación del infante en su proceso de socialización.

¿Qué es un límite?
El límite es aquello que nos indica que nos hemos saltado la norma.

Ejemplo:
Norma: No se usa el móvil entre semana.
Límite: Puedes usarlo en caso de urgencia, para preguntar por los deberes o consultar dudas.
Los límites son necesarios para proteger, tanto a niños como a adolescentes, y los fijamos de acuerdo a nuestros valores.

Fijar las normas es tarea de los padres, aunque se recomienda incluir a los niños.
¿Qué significa incluir a los niños?  Tener en cuenta sus necesidades.
Hemos de tener en cuenta la edad y las características esenciales del momento evolutivo en el que se encuentran, para poder adaptar el entorno, cuidando tanto de las necesidades de los hijos, como de las de los progenitores.

Un niño entre 3 y hasta los 8 años necesita saltar, jugar, moverse…
Una norma en este caso podría ser: No se salta en las camas que son para dormir, ni en el sofá que es para descansar. Dejando claro el porque.

El límite sería que pueden saltar en un colchón viejo que tendrán en un lugar específico.
La consecuencia de saltarse el límite e ir al sofá o la cama, es que después tendrán de arreglarlo, limpiarlo, y si se rompe o hay que tapizarlo, pagarlo con sus ahorros.

Si reflexionáis sobre el ejemplo anterior, veréis que la norma cumple su función protectora y socializadora. El límite respeta las necesidades de los padres de no romper los muebles y mantener su hogar entero. Y  la necesidad auténtica de jugar  de un niño de 3 a 8 años. La consecuencia de saltarse el límite, también cumple una función educativa.

Cuando os adaptáis al momento evolutivo del niño, y transmitís con claridad lo anterior, hay un respeto mutuo y  el valor de vivir en el mundo respetando las propias necesidades y la libertad propia y de los demás.

Para poner normas y límites de forma adecuada, tendremos que tener en cuenta lo siguiente:
  1. Fijar normas que consideremos adecuadas para proteger tanto al niño como para favorecer la convivencia y facilitar el proceso de socialización
  2. Fijar límites flexibles y adecuados a la edad del niño, adaptándonos a sus necesidades sin descuidar las nuestras, y adaptando el entorno.
  3. Transmitir esta información de forma clara y directa, sin olvidar ser empáticos.
  4. Fijar de forma clara las consecuencias lógicas con anterioridad.
  5. No castigar o reñir cuando no hemos llevado a cabo los pasos anteriores, porque es incongruente.
De esta forma todo queda explícitamente expresado, no hay lugar a dudas, les mandamos un mensaje coherente desde el cual ellos se orientan.

Establecer límites con respeto,  les ayuda a adaptarse al mundo. A tolerar la frustración, y a ser creativos en la búsqueda de alternativas aceptables y saludables. Así como a integrar el valor de la responsabilidad, asumiendo las consecuencias de sus actos.

Por el contrario, la falta de límites, lleva a un sentimiento de pérdida, de desorientación, de omnipotencia en su casa pero de alta frustración en otros entornos, y en ocasiones a convertirse en pequeños tiranos.

Hay dos cosas que los niños deberían adquirir de sus padres: raíces y alas.
Johann Wolfgang von Goethe