miércoles, 23 de septiembre de 2015

Confiar

Con el inicio del curso, empezamos una nueva etapa, y aunque parece ser una transición que se repite a lo largo del desarrollo de los hijos, cada vez es distinta.

Tanto el niño, como vosotros, así como la situación, es diferente, cambio de curso, quizás algunos van al instituto, pueden haber cambiado nuestras condiciones laborales...

El cambio nos ofrece una oportunidad para aprender. Requiere aprendizaje y adaptación a la nueva situación, y esto a veces genera estrés. Podemos sentir impotencia. Y por tanto actuar apresuradamente, bloquearnos o frustrarnos.

Es verdad que hay gran parte de situaciones vitales que no podemos modificar, y es lógico y normal sentir impotencia y en ocasiones rabia ante éstas. Pero siempre hay un porcentaje de todo aquello que nos ocurre que si está en nuestro poder. Y es  ahí donde conviene  fijar nuestra atención.

Ser conscientes de nuestras dificultades , así como de nuestros recursos para afrontarlas, nos ayuda a ser creativos para inventar y ajustarnos a la situación sin descuidarnos.

Es necesario ser flexible en este sentido, y esto implica estar en el momento presente, observar cual es la dificultad , y reinventarnos.

Por otra parte es importante en este proceso, no olvidar ni las necesidades de vuestros hijos, y muy importante no olvidar las vuestras. Vuestras necesidades personales , para afrontar la paternidad. De otro modo, alguien saldrá perdiendo.

Es verdad que los padres sois los jinetes del carruaje (Familia) pero esto no implica dejar exentos a los hijos de responsabilidades.

Es favorable para su crecimiento fomentar su autonomía desde el acompañamiento. Para no educarlos en la dependencia, que genera frustración e invalidez.

Es más fácil decirlo que hacerlo: El amor incondicional que sentís por los hijos os lleva a querer protegerlos y solucionarlo todo. Muchas veces, con esta tendencia, les privamos de aprendizaje y autodescubrimiento, y os priváis vosotros innecesariamente, de libertad.

A partir de los tres o cuatro años, los niños ya pueden cooperar con la familia. Y aunque hay que acompañarlos, y a veces resulta más costoso que hacerlo por vuestra cuenta, es un aprendizaje, que a largo plazo os ayudará a disminuir la carga. Y ellos se desarrollarán con mayor autonomía y un gran abanico de recursos personales para vivir.

A continuación os expongo algunas sugerencias, apoyadas en la experiencia de Faber Y Mazlish para fomentar la cooperación en vuestros hijos.
Tomaré el mismo ejemplo para desarrollar cada una de las opciones:
Es tarde. Usted está cocinando la cena, y su hijo tiene la mochila del día siguiente para preparar, lo cual, genera prisas y estrés en la mañana. Su intención es que la prepare antes de cenar o antes de ir a dormir.
1. Describa lo que ve, en lugar de dar una orden. En lugar de "Todavía no has preparado la mochila" o prepararla usted. Pruebe : " Veo que los libros están fuera de la mochila".

De esta forma tienen la oportunidad de decirse a sí mismos lo que deben hacer.

2. De información.  "Preparar la mochila ahora, nos permite ir más tranquilos mañana, y además asegurarte que no olvidas nada".

La información es más fácil de acepar que las acusaciones, y les da la oportunidad de pensar lo que deben hacer.

3. Dígalo con una palabra:  "La mochila".

A los niños les desagrada escuchar sermones, y los mensajes claros y directos no dan lugar a dudas ni resentimientos.
Si se resiste, puedes las primeras veces acompañarlo y hacerlo a medias. Os tomará solo unos minutos.

4. Hable de sus sentimientos.  Al describirles lo que sentimos podemos ser honestos sin ser hirientes.

"Me siento enfadada cuando no preparas tus cosas y vamos rápido en la mañanas".

5. Escriba una nota. A veces la palabra escrita tiene mucho poder. Y si añadimos un toque de humor  se incrementa. Es una forma de ahorrarnos discusiones y energías.

Puede pegar un papel en la mochila: " Hola, me siento hambrienta, necesito libros para sobrevivir. Gracias!"

De esta forma puedes seguir cocinando. Puede permitirse vivir más tranquila/o.

A veces, cuidarse, depende de uno mismo, de nuestros propios límites con los demás, de nuestra capacidad de saber que necesitamos, y de nuestra capacidad de pedir. En el caso de las madres, yo añado: Y De la capacidad de Delegar, confiando en el proceso.